LA HABANA (AP) — Ana Liliam García nunca ha salido de Cuba pero espera, como muchos en la isla, que eso cambie pronto y se emociona al hablar de su deseo de volver a ver a muchos parientes que viven en la Florida, conocer primos y de quizás hasta ver a Mickey Mouse.
De cabello castaño, espigada y de suave voz, la joven de 16 años de edad espera ansiosamente que el lunes entre en vigor una nueva ley que le permitirá a la gran mayoría de los cubanos viajar al exterior sin tener que pedir permisos especiales o hacer engorrosos trámites por primera vez en 50 años.
Las reformas en la ley migratoria que rige desde hace varias décadas fueron anunciadas hace tres meses y son posiblemente los más aguardados de una serie de cambios iniciados con el presidente Raúl Castro.
La legislación elimina la detestada visa de salida llamada “tarjeta blanca” que Cuba obligó a solicitar a sus habitantes por largo tiempo antes de que pudieran viajar, algo que llevó a los opositores a referirse al país comunista como una “isla prisión”.
“Mis primos y mis tíos, todos están en Miami”, comentó García. Me gustaría conocer en Estados Unidos, Disneylandia. ¡Podría viajar!”.
Aunque la ley alentó el sueño de viajar, varios observadores predicen que inicialmente habrá apenas un modesto aumento en el flujo de cubanos que salen del país, quienes todavía deben conseguir la visa de los países de destino, como Estados Unidos.
Y los detractores observan que la ley incluye una cláusula de “seguridad nacional” que podría utilizarse para impedir la salida de opositores gubernamentales, trabajadores capacitados y personas al tanto de información delicada.
Pero si es aplicada equitativamente, la apertura eliminaría una de las más duras críticas al estado de los derechos humanos en Cuba: que el Estado decide quién puede salir del país y quién no.
“Lo que importa aquí es que le gente lo ve como un paso simbólico, de importancia relativa, más que algo sustancial”, expresó Geoff Thale, analista de Cuba de la organización de investigación Washington Office on Latin America. “Simboliza el fin de la intromisión del estado en la vida de la gente”.
La nueva ley tiene una serie de normas específicas que beneficiarán a muchos cubanos.
Para García representa la primera oportunidad que tiene de viajar al exterior, dado que hasta ahora la mayoría de los menores de edad podían hacerlo solo si se iban del país permanentemente.
Dado que tiene doble ciudadanía, pues como tantos otros cubanos obtuvo su pasaporte español por ser descendiente de personas que emigraron desde allá, García puede ir a Estados Unidos sin necesidad de una visa.
Familiares que viven en Estados Unidos la ayudarán con el pasaje y demás gastos, que sus padres no pueden cubrir.
“Ellos (mis tíos) están encantados”, dijo García. “Si pudiera soñar, me gustaría conocer todo el mundo, me gustan mucho todas las culturas… pero siempre me gustaría volver. Tengo a mis familia y a mis amigos (aquí)”.
La medida simplifica enormemente los trámites burocráticos para viajar ya que elimina el requisito de la tarjeta blanca, así como el de que se presente una carta de invitación de alguien en el país al que se viaja.
En el pasado se concedían casi todas las solicitudes de visa con relativa rapidez, pero los costos eran prohibitivos para mucha gente en un país donde el salario promedio es de 20 dólares al mes. Entre notarios y tarifas, costaba 300 dólares o más conseguir el permiso y algunos cubanos pagaban otros 200 o 300 dólares para que alguien les enviase una carta desde el país al que se dirigían.
Ahora hay que hacer un solo pago de 100 dólares cuando uno solicita el pasaporte, que se puede renovar cada dos años con un costo de 20 dólares.
Las nuevas normas también amplían de 11 a 24 meses el período que los cubanos pueden permanecer afuera del país sin perder los derechos como residentes. Eso facilitará las cosas a personas que trabajan o estudian en el exterior y que quieren mantener sus lazos con la isla, quienes pueden además enviar dinero a sus familiares o incluso regresar con divisas fuertes para invertir en pequeños comercios o cooperativas, algo que ahora es legal.
“Creará una puerta giratoria más que una puerta para escaparse”, dijo Ted Henken, profesor de estudios latinoamericanos del Baruch College de Nueva York. “Le están sacando otra espina a la corona de espinas que tienen que llevar tantos cubanos”.
La nueva ley migratoria fue también un gran golpe de relaciones públicas para el gobierno cubano y anula uno de los principales argumentos de quienes critican la situación de los derechos humanos en la isla. También le da al gobierno munición en su cruzada contra el embargo comercial de Estados Unidos, que impide a la mayoría de los estadounidenses viajar a Cuba,
“Cuba permite que sus ciudadanos vengan aquí. Nosotros no permitimos que nuestros ciudadanos viajen sin cumplir una serie de regulaciones que son probablemente más estrictas que las que están adoptando los cubanos”, expresó Thale. “Por eso parece algo bastante hipócrita”.
La ley podría tener un gran impacto en la política estadounidense, que permite a todo cubano que pisa suelo de Estados Unidos conseguir la residencia luego de un año. Los cubanos pueden permanecer fuera de la isla por dos años, lo que implica que tendrán un margen de 12 meses para sacar la residencia en Estados Unidos y se abre la posibilidad de que surja una nueva clase de binacionales que entren y salgan sin problemas de ambos países.
El objetivo declarado de la ley estadounidense aprobada en la década de los 60, conocida como Ley de Ajuste Cubano, es ofrecer refugio a quienes huyan de la opresión, no una ciudadanía fácil para quienes quieren manejarse entre los dos mundos, y ya hay algunos legisladores cubano-estadounidenses que hablan de modificar la norma.
Como ocurre tan a menudo en Cuba, el impacto de la reforma dependerá de cómo es implementada.
Un artículo, por ejemplo, le da a las autoridades el derecho a negar el pasaporte en algunos casos, como por ejemplo si alguien está siendo investigado por algún delito penal, tiene deudas o por “razones de defensa o seguridad nacional”.
Esta última disposición es vista como una posible forma de impedir la salida de personas con profesiones estratégicas, como militares, atletas o funcionarios del gobierno con acceso a información delicada.
Habrá que ver también cómo maneja el gobierno el tema de los disidentes, que son considerados oficialmente traidores y se les impide viajar al exterior.
La bloguera antigubernamental Yoani Sánchez, a quien se le rechazaron al menos 19 solicitudes de visa para viajar afuera, dijo que los agentes de seguridad del estado le informaron en el pasado que solo podría salir del país si era para no volver.
“Mi maleta sigue lista para un viaje CON RETORNO! ¿Podré ir?”, se preguntó Sánchez en un tuit.
Berta Soler, una de las líderes de la agrupación opositora Damas de Blanco, dijo que se propone poner a prueba la ley y solicitar pasaporte para viajar a Estrasburgo, Francia, para recibir el premio Sajarov de derechos humanos de la Unión Europea, que le fue concedido en el 2005 y nunca pudo recibir en persona.
Algunos disidentes expresan escepticismo.
“Pienso que la ley migratoria es una manera de aparentar una apertura ante la comunidad internacional para que Cuba no sea tan criticada”, expresó Guillermo Fariñas, otro ganador del premio Sajarov al que le negaron visa en el 2006, 2007 y 2010.
Hay ciertos indicios de que las autoridades podrían permitir la salida del país de algunas personas que en el pasado hubieran sido vetadas.
Esta semana el Ministerio de Salud dijo que los médicos iban a ser tratados como cualquier otro ciudadano que pide pasaporte para viajar. El anuncio sorprendió porque el gobierno vigila celosamente la “fuga de cerebros” y considera a los trabajadores de este campo personal vital, que el sistema socialista formó a un gran costo. Se pensaba que los médicos estarían cubiertos por la cláusula que vela por la “seguridad nacional”.
Las cosas se le simplificarán ahora a gente como Pedro Salazar, un diseñador industrial de 45 años. El y su esposa Noelis Rodríguez consiguieron visas de Estados Unidos para una reunificación familiar, pero estaban esperando que Rodríguez, quien es una epidemióloga, fuese autorizada a viajar por Cuba.
“Soy profesional ¿qué más da vivir aquí o afuera?, indicó Salazar. “Tu formas profesionales, sí, es verdad lo formas de manera gratuita, pero yo mismo tuve que pasar dos años de trabajo social”.
Varios analistas coinciden en que los isleños no saldrán en masa a visitar el Cañón del Colorado ni la riviera francesa.
Conseguir visas de Europa o Estados Unidos es difícil para cualquier ciudadano de un país en desarrollo. Y los bajos ingresos de los cubanos pueden ser un obstáculo insalvable.
Pero de todos modos los expertos opinan que cada vez más cubanos podrán ver el mundo exterior, algo que podría alimentar el deseo de un cambio.
“La nueva política migratoria es un acicate para dinámicas reformistas en la política y la economía”, dijo Arturo Lopez-Levy, un economista cubano que trabaja para la Universidad de Denver. “La libertad de viajar es un multiplicador de derechos”.
___
Peter Orsi está en Twitter como: www.twitter.com/Peter_Orsi
Andrea Rodríguez está en Twitter como: www.twitter.com/ARodriguezAP
Associated Press
Copyright 2013 The Associated Press. All rights reserved. This material may not be published, broadcast, rewritten or redistributed.