Julia Child, usó la pantalla pequeña para impulsar la buena cocina en un país que hoy celebra el que hubiera sido su 100 cumpleaños.
Se convirtió en los años 60 en una de las primeras cocineras televisivas de Estados Unidos, una maestra de la sofisticación francesa en un país que empezaba a descubrir los congelados y la comida rápida.
Cien años después de su nacimiento en 1912 y ocho después de su muerte en 2004, los estadounidenses no han perdido su apetito por las recetas y la vibrante personalidad de Child, inmortalizada por Meryl Streep en la película “Julie & Julia” (2009).
La cocina de su casa de Cambridge (Masachusets), en la que filmó sus últimos programas televisivos, se expone desde hoy en el Museo de Historia Estadounidense de Washington.
Bajo la apariencia glamurosa de sus recetas francesas, Child buscaba transmitir la importancia de usar alimentos frescos, con una atención a la selección de los ingredientes que, cuarenta años después, ha dado pie a la fiebre por la comida orgánica.
Pero lo que verdaderamente hacía que el público de los 60’s y 70’s tomaran nota de sus recetas era, según su biógrafo Bob Spitz, su naturalidad y su eterna disposición a reírse de sí misma.
“Cuando Child trataba de dar la vuelta a una tortita y se le caía la mitad en el fogón, la devolvía a la sartén y decía a los espectadores: Si estáis solos en la cocina, siempre podéis recogerla. Quién se va a enterar?”, escribe Spitz en su nueva biografía “Dearie”, que llega hoy a las librerías del país.
Pese a sus cuatro décadas de experiencia en televisión, su medalla de la Legión de Honor francesa y la creación de una fundación para la excelencia culinaria, Child no empezó a verse como pionera hasta el final de su vida.