Las autoridades de Filipinas han decretado el estado de emergencia en la ciudad de Tacloban de la isla de Leyte. Según los cálculos podrían haber muerto unas 10.000 personas. Por ello, voluntarios y trabajadores de la Cruz Roja trabajan sin descanso para que los habitantes del país puedan acceder a alimentos y artículos de primera necesidad.
En la zona de Tacloban también se ha impuesto el toque de queda para todos los residentes con el objetivo de frenar los saqueos y la proliferación de otros delitos después de que la ciudad quedara “fuera de la ley” tras el paso del tifón Haiyan el pasado viernes. “La gente iba a supermercados, tiendas, farmacias… Básicamente se llevaban todo lo que podía, porque no había ningún tipo de ley ni orden, y ellos necesitaban la comida y el agua“, comenta Lynette Lim, cooperante de la ONG Save the Children.
La falta de víveres de primera necesidad ha hecho que la situación en la población sea insostenible, a la vez que miles de personas buscan y ruegan por un asiento en los helicópteros militares para abandonar la ciudad. Los equipos de rescate todavía no han conseguido desplegarse por completo a lo largo de la isla, por lo que aún quedan muchas zonas incomunicadas de las que se desconoce la situación real. Se estima que el número de afectados es de casi 9,7 millones de personas y la cifra de muertos habrían alcanzado los 10,000.
Antes de la llegada del tifón a Filipinas, los meteorólogos ya habían advertido que podría tener un efecto devastador mayor que el tifón Bopha, que en 2012 causó un millar de muertos.